La caminata por la orilla del río se hizo sentir.
Después de haber viajado durante tanto tiempo en una carreta, aunque no estaba agotado, Lawrence tuvo dificultades para mantener el ritmo de Col.
Él se preguntó cómo se suponía que sus pies mantuviesen esta velocidad.
Eso le hizo anhelar los días en los que se había acostumbrado a viajar a pie y podía viajar dos veces más rápido que los envidiosos comerciantes a carreta si estaba en un apuro.
«No hay necesidad de apurarse así», finalmente dijo Lawrence.
«Sí, señor», respondió el muchacho sumisamente, aminorando el paso.
La embarcación aligerada de Ragusa se había dirigido río abajo con Holo a bordo y pronto se perdió de vista. Los barcos detrás de él eran más grandes, y porque todos estaban siendo detenidos en el puesto de control, el río estaba muy tranquilo.